En términos físicos es cuando un sustrato en estado sólido se convierte al estado gaseoso sin pasar por el estado líquido, pero este proceso sólo puede ser posible aplicando cambios drásticos en la temperatura, usando grandes cantidades de calor y frío provocamos que las partículas sólidas se clasifiquen al calentarse demasiado y se solidifiquen al enfriarse repentinamente.
Como proceso de impresión o teñido de artículos fue descubierto por Noël de Plasse en 1957, pero la tecnología de sublimación se volvió popular hasta finales de los años 60’s, cuando el primer sistema computarizado de sublimación fue desarrollado por Wes Hoekstra.
¿Cómo se realiza la sublimación?
Utilizando una impresora común de inyección de tinta adaptada con un sistema continuo de CMYK para suministrar tintas especiales de sublimación se imprime sobre un papel especial para sublimación. Es importante saber que la tinta debe ser especial a base agua, para acelerar el proceso de gasificación. El papel debe ser papel especial que no absorba la tinta, para facilitar su transferencia.
Las imágenes a estampar deben estar impresas en modo espejo, es decir, deben parecer estar impresas al revés, pues al momento de sublimar, el papel quedará de frente a la taza o sustrato. La tinta únicamente se adherirá al poliéster lo que quiere decir que no cualquier artículo puede ser sublimado.
Los artículos sublimables, han sido sometidos a un proceso de baño-horneado en resinas de poliéster, al añadir calor, los parámetros de tiempo, presión y temperatura varían de sustrato a sustrato, por lo que siempre recomendamos realizar pruebas en los materiales.
Los 180º grados marcan un punto de partida para la mayoría de los sustratos y el tiempo necesario para que el poliéster pueda absorber la mayor cantidad de tinta son los 120 segundos, pero esto puede variar de acuerdo al papel, la tinta, el sustrato y el tratamiento que haya tenido.